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martes, 3 de octubre de 2017

El pantano de Tibi.

 El pantano de Tibi es el más antiguo de España en uso. Se construyó con el fin de almacenar las aguas de un río muy curioso, que nace en la Sierra de Onil.
En su curso alto, este río recibe el nombre de río Verd; a partir del pantano es cuando se llama propiamente río Monnegre, ya que el cauce atraviesa un manto de calizas triásicas negras, presentando las aguas esa coloración como reflejo del lecho por el que discurre; y al llegar a la Huerta de Alicante y hasta su desembocadura en Campello, recibe el nombre de río Seco debido a su falta de agua, provocado por el aprovechamiento íntegro para los cultivos.

Pero, hagamos un poco de historia. En el año 1580, los 336 hectolitros de hora y media de duración en que había sido dividido el caudal del Río Monnegre llegaron a ser insuficientes para la agricultura alicantina. Para remediar esta situación, la ciudad construyó a sus expensas un embalse entre los años 1580 y 1594. Fue levantado en el término municipal de Tibi, entre los cerros del Mos del Bou y la Cresta.
Las obras siguieron el diseño elaborado por los arquitectos Jorge Fratin, Juan Bautista y Cristóbal Antonelli; en forma de pirámide invertida, con una mampostería interior de cal y canto, y un revestimiento exterior de sillares de piedra tallada. Con una altura media de unos 42 metros. La anchura del dique es de 9 metros en la base y 59 metros en la coronación y su espesor es de 33 metros en la base y 20 metros en la parte superior.

La contrata del pantano fue adjudicada a los maestros Joan Torres, Gaspar Vicent y Gaspar Córdoba, quienes en 1594 habían alzado la pared hasta los 196 palmos. El coste total de la obra ascendió a 58.000 libras valencianas. Por este motivo la ciudad de Alicante quedó fuertemente endeudada, otorgando Felipe II en 1596 el beneficio de los diezmos obtenidos de las tierras novales regadas con el agua del pantano. La construcción de la presa modificó radicalmente el sistema de riegos imperante hasta la fecha. Así, el caudal correspondiente al fluir natural del río siguió perteneciendo a los descendientes de los primitivos propietarios y pasó a denominarse “agua vieja”.

El agua embalsada en el pantano fue igualmente fraccionada en 336 hectolitros de la Huerta a razón de un minuto por tahúlla de tierra poseída. Esta agua era distribuida por medio de 11 acequias. Estas acequias atravesaban toda la Huerta Alicantina y se regían por un estricto cómputo horario, controlado por relojes de arena. A poco d finalizar las obras del pantano, la pared sufrió desperfecto en el año 1601 que lo mantuvo inactivo durante 3 años, viéndose obligada la ciudad a afrontar un nuevo gasto de 30.000 ducados. La presa funcionó con  normalidad hasta 1697, fecha en que padeció una nueva rotura como consecuencia de un sabotaje que la dejó inservible durante más de 40 años. Desde entonces la normalidad impera en su funcionamiento.



LA RUTA:
Recorrido circular hecho por un senderista de Tibi conocedor de la zona, y que he bajado al GPS. Pero como el 95% de la gente que sube sus rutas a la red no pone ningún comentario, y éste ni siquiera el horario invertido, que es un dato esencial. Esta es una actitud que no entiendo: ¿qué las suben como un trofeo?, o ¡ahí queda eso! Vamos a ver, qué cuesta poner unas indicaciones de los tramos más complicados, cuando no existe senda ni camino o mojones que te puedan guiar. Sí, ya sé que el GPS te puede sacar del apuro, pero puede no gustarte la situación y no lo digo por mí, sino por la gente que se está iniciando en este deporte. En fin, vamos a la ruta, aunque sigo pensado que estos “aparatos” junto con los móviles y las tabletas, nos vuelven egoístas y nos aíslan más.

Iniciamos por la pista asfaltada que va al pantano. Por la izquierda pasamos junto a la valla de una gran finca de escalonados bancales con muretes de piedra y viejos olivos en producción. Por detrás la mole del Balcón de Alicante, y a su lado emergiendo, la cima del Maigmó.

Al terminar las fincas llegamos a un cruce, nosotros continuamos de frente y por la derecha será el regreso. Todavía por carretera vemos asomarse en el horizonte la mole de la Penya Migdía. Tomamos un camino a la derecha con mucha vegetación  que nos lleva por la vertiente izquierda del Barranco Ronesa.

En la otra vertiente vemos las instalaciones del Hotel Finca Ronesa y otras fincas particulares en la poblada pineda. La Penya Migdía va creciendo ante nuestros ojos y por detrás nos vamos alejando del Maigmó.

El camino se ha convertido en senda y arribamos a la Costa Ronesa que nos descenderá hasta el lecho del Riu Verd. Aquí hay que estar atentos porque hay profusión de sendas. Tenemos que bajar por la derecha. La senda nos llevará con facilidad al cauce del río.

En el cauce no hay que hacer caso de las señales de PR, cruzaremos por donde mejor se pueda y seguiremos de frente hacia un bancal de olivos y en dirección a una estrecha senda que se ve en la otra ladera.

Por esta nueva senda abandonamos el cauce del Riu Verd y nos asciende cómodamente hasta alcanzar la vertiente del estrecho Barranc del Baladre, que recorremos para llegar a una pista asfaltada que seguimos por la derecha. Por detrás tenemos las últimas vistas del penacho del Maigmó.

Caminamos unos cientos de metros por asfalto, donde tenemos una bonita vista de un corral abandonado y un pequeño otero coronado por una minúscula fortaleza. Llegamos a un cruce con otra pista asfaltada, a la derecha hay un letrero que dice “Senda de la Vaca” y enfrente tenemos la Moleta, con forma de cuña alargada y repleta de pinos.


Continuamos unos cincuenta metros por la izquierda de la nueva pista asfaltada para tomar enseguida un camino de tierra a la derecha, que nos asciende a un pequeño collado a mitad de la cuña de la Moleta, donde tenemos unas vistas espectaculares y muy cercanas de la Penya Migdía.

Seguimos subiendo a media altura. Cerca de la cumbre el trazado del GPS indica un giro a la derecha dejando el camino, pero no hay senda ni mojones. Le hacemos caso y subimos este repecho por libre para alcanzar la cuerda de la sierra, por donde seguimos avanzando con más facilidad hasta llegar a un rellano pétreo con un montón de piedras que marca la cumbre de la Moleta (759 m.)

Esta atalaya es un balcón al pantano y sus verdes aguas. Vemos desde la cola hasta la presa, encajonada entre la Cresta y el Mos del Bou, ha valido la pena subir hasta aquí. Se ha agotado la batería de la cámara y la de reserva me está fallando, voy a tener que usar el móvil. Aprovechamos para tomar un tentempié.

El descenso lo marca siguiendo la cuerda de la sierra, aunque hay un camino a unos metros que me hace suponer que era el que traíamos de subida. La senda desaparece a tramos pero es fácil de seguir y desemboca en una pista asfaltada que seguimos por la derecha en leve ascenso. Por la izquierda discurre el Barranc de Silim, con un cauce multicolor de arcillas con tonos ocres, verdes y rojizos. En estos solitarios caminos asfaltados hay que andar atentos; nos viene de frente un quad y luego una moto de gran cilindrada que al vernos aminora. Después de dos curvas arribamos a las ruinas del Mas de Silim, y luego, tras aproximadamente cien metros, dejamos la pista asfaltada.

Tomamos un camino de tierra a la derecha, que pegado a las faldas de la sierra con sus bonitos farallones, nos eleva un poco y tenemos por fin, la primera vista frontal  de la presa y su agua embalsada. Conectamos con otro camino a la derecha, que al dar la vuelta tiene una puerta metálica que está abierta. Nos desciende haciendo dos curvas cerradas y nos sitúa junto al puente antes de llegar a la presa.


Nos introducimos por la derecha en dirección a la casa de servicios y la base de la presa. Sobrepasada la casa hay una estrecha senda de cemento con baranda de cable metálico, que llega a la base de la presa. Por la izquierda cae una bonita cascada artificial de unos cuarenta metros, que proviene del agua desembalsada en la parte superior.

Una vez en la base, se sube por una retorcida y vertical escalera con peldaños de cemento, protegida por una baranda metálica y cables. Si no se tiene vértigo, es sencillo de subir, pero siempre tomando las debidas precauciones.

Llegamos a la parte alta del dique con una anchura de veinte metros, lo que da mucha seguridad. La visión del embalse a ras del agua es impresionante, y hacia abajo, el estrecho desfiladero con la cascada y el sendero que hemos recorrido. Los 59 metros que separan a las paredes de Cresta de las del Mos del Bou, dan una idea de lo pequeña que es y lo sobredimensionada que está su estructura para el caudal que contiene.

Ahora continuamos por el Mos del Bou, elevándonos hasta la caseta que hay derruida. Aquí perdimos mucho tiempo. Hay muchos cruces de sendas y PRs. Al estar elevados y poca distancia entre sendas el GPS tarda en situarse. Si el autor de la ruta hubiera puesto unas notas estos inconvenientes no pasarían. Voy a comentar el camino correcto y luego continúo con mi ruta: Por detrás de la caseta hacia la derecha en la vertiente del pantano, hay una senda que entre los pinos nos desciende hasta el nivel del agua, luego, un camino da la vuelta a la sierra y conecta con el Camí del Pantá. Bien, nosotros no lo encontramos y decidimos seguir a media altura por la otra vertiente del Mos del Bou. Esto fue un error porque resultó algo penoso bajar hasta la carretera. Mejor hubiera sido, desde la caseta y por el PR llegar a la carretera.

Una vez en la carretera tenemos claro que conectaremos con el camino más adelante, y así fue al cabo de algo más de dos kilómetros. Enlazamos con una pista asfaltada a la izquierda que termina con una puerta metálica cerrada al paso de vehículos. Comienza el Camí del Pantá junto a un letrero que avisa de las maldades del mejillón tigre que pese a no ser autóctono nos está invadiendo.

Nos queda un buen trayecto de camino casi en constante pero leve subida, que serpentea entre pinos y matas de esparto, dejando atrás, a lo lejos, la Penya Migdía, luego el camino se estabiliza y aparece enfrente la mole del Maigmó. Cerramos el círculo y deshacemos camino por la valla de la gran finca hasta nuestro coche. Nos reconfortamos con unas cervezas en el restaurante.

Pese a todos los imprevistos ha sido una excursión agradable. Por el trazado correcto la ruta pasaría a ser de unos 18 o 19 km. y de unas 6 horas a ritmo  normal. Para los días de calor hay que aprovisionarse bien de agua.


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